SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS DÍA 2
enero 13, 2021
Permaneced en mi amor y
daréis fruto en abundancia (cf. Jn 15, 5-9)
Madurar internamente
«Permaneced
unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros»
(Juan
15, 4a)
Efesios 3, 14-21. Que Cristo habite en nuestros corazones
Por todo
lo cual me pongo de rodillas ante el Padre, origen de toda paternidad
tanto en
el cielo como en la tierra, y le pido que, conforme a la riqueza de su
gloria,
su Espíritu os llene de fuerza y energía hasta lo más íntimo de vuestro
ser. Que
Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de vuestra vida y que el
amor os
sirva de cimiento y de raíz. Seréis así capaces de entender, en unión
con
todos los creyentes, cuán largo y ancho, cuán alto y profundo es el amor
de
Cristo; un amor que desborda toda ciencia humana y os colma de la plenitud
misma de
Dios. A Dios que, desplegando su poder sobre nosotros, es
capaz de
realizar todas las cosas incomparablemente mejor de cuanto pensamos
o
pedimos, a él la gloria en Cristo y en la Iglesia, de edad en edad y por
generaciones
sin término. Amén.
Lucas 2, 41-52. María guardaba todas estas cosas en su corazón
Los
padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén, a celebrar la fiesta de la
Pascua.
Cuando el niño cumplió doce años, subieron juntos a la fiesta, como
tenían
por costumbre. Una vez terminada la fiesta, emprendieron el regreso.
Pero el
niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo advirtieran.
Pensando
que iría mezclado entre la caravana, hicieron una jornada de camino
y al
término de ella comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos.
Y como
no lo encontraron, regresaron a Jerusalén para seguir buscándolo allí.
Por fin,
al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de
los
doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Cuantos lo oían estaban
asombrados
de su inteligencia y de sus respuestas. Sus padres se quedaron
atónitos
al verlo; y su madre le dijo: —Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu
padre y
yo hemos estado muy angustiados buscándote. Jesús les contestó:
—¿Y por
qué me buscabais? ¿No sabéis que debo ocuparme de los asuntos
de mi
Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les decía. Después el niño
regresó
a Nazaret con sus padres y siguió sujeto a ellos. En cuanto a su madre,
guardaba
todas estas cosas en lo íntimo de su corazón. Y Jesús crecía, y con la
edad aumentaban su
sabiduría y el favor de que gozaba ante Dios y la gente.
Meditación
El
encuentro con Jesús da lugar al deseo de estar en él y permanecer en él: es
el
tiempo en el que el fruto madura.
Siendo
como nosotros, plenamente humano, Jesús creció y maduró. Vivió
una vida
simple, arraigada en las prácticas de su fe judía. En esta vida oculta
en
Nazaret, donde aparentemente no sucede nada extraordinario, era el Padre
quien lo
alimentaba.
María
contempló las acciones de Dios en su vida y en la de su hijo. Ella atesoraba
todas
estas cosas en su corazón. Así, poco a poco, ella abrazó el misterio
de
Jesús.
También
nosotros necesitamos un largo período de maduración, toda una
vida,
para sumergirnos en la profundidad del amor de Cristo, para dejar que él
permanezca
en nosotros y para que nosotros podamos permanecer en él. Sin
que
sepamos cómo, el Espíritu hace que Cristo habite en nuestros corazones.
Y es a
través de la oración, de la escucha de la Palabra, del compartir con
otros y
poner en práctica lo que hemos entendido, cómo nuestra interioridad
se
fortalece.
Si
dejamos que Cristo descienda a las profundidades de nuestro ser... Él penetrará
en la
mente y en el corazón, alcanzará nuestra carne hasta nuestro ser más
íntimo,
hasta que nosotros experimentemos algún día las profundidades de la
misericordia.
Las fuentes de Taizé (2000) p.134
Oración
Espíritu
Santo,
haz que
recibamos en nuestros corazones la presencia de Cristo,
y
apreciarlo como un secreto de amor.
Alimenta
nuestra oración,
ilumina
nuestra lectura de las Escrituras,
actúa en
nosotros
para que
los frutos de tus dones
puedan pacientemente crecer
en nosotros.
Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de Iglesias.
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